Mucha atención a cómo se ha manejado el asunto de las chuzadas del DAS. Cuando el escándalo de la parapolítica se habló del efecto teflón del presidente Uribe, ese misterioso pero efectivo mecanismo mediante el cual toda acusación directa resbala. De nuevo reclamamos responsabilidades políticas, en ejercicio de una ciudadanía crítica y del control civil de la administración pública. De nuevo los responsables se escudan en la abstracta legitimidad que confieren los votos y las encuestas de favorabilidad.
En este caso comparto la indignación de Juan Gossaín y me sumo a la reclamación de responsabilidades. ¿A quién le quieren meter los dedos en la boca? Estamos frente a una persecución política, objetivos políticos, con un planteamiento político, no militar. Esto no tiene que ver con la seguridad ni el monopolio de la fuerza. Si blanco es y gallina lo pone, sabemos que estas operaciones fueron planeadas desde la cúpula de un partido político interesado en la permanencia de este orden de cosas. Difícilmente agentes del DAS están capacitados para tener tan concisos intereses políticos, no porque no tengan intereses particulares, sino porque carecen de la astucia para verlo de esta forma.
Todo esto se realizó con fondos públicos. El uso del aparato del Estado en favor del grupo de interés en el gobierno es un atentado contra la sociedad en su conjunto, contra la democracia, y contra la libertad. Desvela una clase dirigente, mucho más dispuesta a desestabilizar a la sociedad y manipular a la opinión, que a solucionar los problemas de participación y a ganarse el afecto de la gente con eficacia en el manejo de los recursos. Conforme al razonamiento de élite, revela una clase política que tiende a mantener las condiciones de pobreza e inaccesibilidad al poder, incluso utilizando los medios que proclama combatir, lo que es un doble engaño.
Pero además, el cinismo del señor Granados no tiene antecedentes. El Tiempo publica una declaratoria en donde dice que se ha montado una tormenta en un vaso de agua. Hágame el favor. El abogado del secretario de prensa de presidencia considera que se está perturbando el orden institucional, y que el debate sobre el tema de las chuzadas afecta la salud de la república. Y esto ya no es querer meternos el dedo a la boca sino en otra parte. Lo que el señor Granados entiende como poco más que un montaje en contra del gobierno, es en la práctica una estratagema político-militar a la usanza de los regímenes dictatoriales.
Sin bola de cristal vislumbro en el futuro unas cuantas cabezas de turco de mandos medios cortadas y bien expuestas en los medios de comunicación. Exilios temporales y bien pagados de los mandos de mayor rango implicados. Y brillantes carreras políticas para los ideólogos, verdaderos beneficiados por esta campaña de manipulación de la realidad. Todo esto al amparo del voto que DAS.