Decía mi profesor de análisis de datos que las estadísticas son como los biquinis: muy interesante lo que muestran, pero lo importante es lo que esconden. ¿Que si las encuestas de opinión cambian la opinión de los electores? Pues claro que sí, si no ¿para qué hacer encuestas de opinión? Es un principio de lógica racional, frente a toda elección, la información adicional modifica la elección.
En Caracol Radio han tenido la astucia de preguntar “¿El resultado de las encuestas determina su intención de voto?” Al momento de escribir esta nota, el 38,68% reconoce que sí. De nuevo podemos rizar el rizo de la tecnicidad en las encuestas de opinión: cambiemos la pregunta, en vez de preguntar si el resultado ‘determina’ su intención de voto, preguntemos si ‘influye’, si ‘afecta’, o si ‘cambia’ su intención de voto. Cada una obtendrá resultados diferentes. Y así hasta el cansancio en todas las encuestas.
El debate de la objetividad en ciencias sociales está resuelto desde la década de los 80, en aquel entonces se preguntó si era posible o no, incluso si era deseable o no. Y considerando la condición multifacética del ser humano y la naturaleza dinámica de las sociedades se resolvió a favor del no, dando feliz término a siglo y medio de paralelismo con las ciencias naturales y a la forzosa aplicación de las ciencias exactas como única vía de entender racionalmente el comportamiento social. Ahora dígame usted en cuanto a la política, cómo hacemos, si es que en ningún otro campo de la vida social se mezclan tanto las pasiones con la razón. La política es una licuadora de emociones.
También es cierto que no es plan desechar el acerbo científico que se adquirió durante tantos años, y el positivismo tiene aún muchas cosas que decir. Las encuestas en Colombia son fiables, es una verdad de Perogrullo, porque el método probabilístico es una cuestión abstracta y metódica. El tierrero que tuvo a bien destapar Vargas Lleras, en parte ejerciendo su derecho a una ciudadanía crítica, en parte dando brazadas de ahogado, no tiene que ver con el método científico, que es a dónde se ha querido reconducir el debate. Lo que se cuestiona es la seriedad de la firma Datexco, y/o de El Tiempo y La W.
Tanto así que en edición digital de la Revista Semana del 12 de abril se han visto en la necesidad de publicar una fe de erratas aclarando que la encuesta fue repetida por considerar que los resultados se veían inestables por el repentino repunte de Mockus frente a Santos, lo que llamaron inconsistencia en los resultados, con la ridícula excusa de que debía considerarse como un “empate técnico” debido al margen de error. Y esto si está mal desde todo punto de vista. Eso es empirismo mañoso.
Pero no me sorprende. Esto es la prueba de que cuando la academia habla de “maquinaria política” no se está hablando de un ente obtuso que flota en el cielo. Se habla de financiación en las encuestas y de responsabilidad de los medios de opinión. Quién tiene la capacidad de generar tendencia desde los medios de comunicación masiva. A qué intereses sirven estos. Por qué entre más primos más se arriman. Y un largo etcétera.
Tampoco ha faltado quienes han querido ver oro donde no brilla nada como Posada Carbó, vaticinando el resurgimiento de los partidos políticos. Es lógico que en temporadas preelectorales la gente se manifieste más afín a los partidos políticos, es una situación puramente coyuntural. Eso no quiere decir que hayamos solucionado el problema estructural de la crisis de partidos. Ese es otro tema pendiente que tenemos que discutir, la verdadera Reforma Política, y opiniones de este tipo dan un falso llamado al optimismo que merma el debate.
El remedio no está a la mano, la democratización de los medios de comunicación en Colombia no es un panorama próximo. Están quienes lo intentan y hay que agradecerles y respaldarlos, pero no es una opción real a corto plazo, mucho menos antes de las elecciones. Sólo nos queda apelar al análisis crítico frente a los medios. Y en lo que a mí respecta, tanto Datexco como El Tiempo y La W han perdido toda credibilidad en cuanto a opinión en el debate de las presidenciales.
"Se vale to en este sandwhich de salchicha"
ResponderEliminarFue, es, y sera el poder de los medios el que determine quien manda la parada. El tema de la democratizacion es una fantasia, pero la del ciberespacio, por suerte, es una realidad. Poco a poco entenderemos mejor su logica para realmente utilizarlo como una herramienta poderosa.De momento, hay movimiento, no tan revoltoso como podria serlo, pero hay, y eso es ganancia.
Fuete, fuete, senores!
En Colombia es necesaria una regulación de este mecanismo de información de opinión. Las encuestas pueden llegar a ser eficaces en países con sociedades abiertas e informadas (Popper) pero claramente en un país en donde la opinión pública se encuentra en proceso de formación y no existe una auténtica soberanía popular, serán funcionales a los intereses del capital que las financia
ResponderEliminarSin conocer la realidad política de Colombia, comparto la perspectiva planteada aquí acerca de las encuestas de opinión. La democracia de sondeos que afecta a gran parte de nuestros países latinoamericanos responde a estrategias de poder. Pero además yo agregaría que las encuestas pueden ser vistas como una suerte de eco o reflejo de los medios de comunicación de masa. Es decir, en las encuestas la gente dice aquello que se dijo previamente en los medios de comunicación, especialmente la televisión. Por una parte, tenemos una democracia de sondeos que se retroalimenta con lo que Sartori a denominado como videopolítica, donde la opinión pública se ha ido empobreciendo y subyugando desde el interior. Así, hoy en día, asistimos a una proliferación de opiniones que se encuentran y rodean al público, pero que no son creadas por éste. Por lo tanto, con las encuestas asistimos al simulacro de la voz del pueblo, a la simulación máxima de la democratización, y tiene como resultado, una democracia falsa e ilegítima, donde los gobiernos dirigidos por sondeos se estructuran como una forma peligrosamente irresponsable de gobernar.
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